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Una visión del pasado, del presente y del futuro recopilada entre los periodistas, cientificos, e intelectuales argentinos : La brújula política está dedicada al estudio y a la reflexión crítica sobre la realidad.

5/12/10

678, un periodismo militante...


Reflexiones sobre el periodismo militante
Por Pablo Alabarces*

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La crítica de medios –plantea el autor–, delegada a los panelistas, queda reducida y limitada a una fantasía de crítica, que se despliega en el programa de canal 7.
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Periodismo militante: uno de los rasgos más interesantes de 678 es que parece –y se presenta como– una novedad; pero no ha inventado nada. Es un programa político, como los ha habido y los habrá; es un programa de archivo, una plaga extendida en nuestra televisión; tiene un panel que combina seriedad y humorismo, como cualquier magazine radial; hace crítica de medios, aunque hace poca y no es el primero ni el único –todos los programas de chismes, en última instancia, podrían catalogarse así. Ni siquiera es novedoso en su oficialismo: todos los programas políticos emitidos en la televisión estatal desde 1951 hasta aquí han sido descaradamente oficialistas –y todos han sido objeto de la misma condena y el mismo reclamo, mientras sus críticos opositores esperan el cambio de manos para poder proseguir tenazmente con la costumbre–.

Ni siquiera el presunto periodismo militante es novedoso. Ha habido nombres altos en nuestra historia: el de Rodolfo Walsh, por supuesto, es posiblemente el más renombrado. Entre tantas abismales diferencias, los separa que la militancia periodística de Walsh incluía la investigación, práctica que 678 reduce al rastreo de imágenes –o que la militancia de Walsh incluía la revolución entre sus metas–. Incluso, no podemos olvidar que la prensa gráfica argentina se inventó como arma política, donde descerrajar ideas y también brulotes, defender principios y desparramar injurias. Sarmiento era, en esto, un maestro, de donde vendría a resultar que 678 es un programa sarmientino.

El público de 678 presenta el acto de ver televisión como un acto militante. Y así reactualiza el viejo slogan de la recepción crítica de los medios de comunicación, una corriente teórica que denunciaba la recepción de los medios como alienante y que fue discutida por los que éramos populistas en los 80, que afirmábamos que recepción y crítica era una tautología, que toda recepción era activa y que toda esa actividad era crítica. En esos años, la intuición populista se vio ratificada con la lectura de los estudios culturales británicos, que la habían demostrado con análisis de audiencia. El problema fue el paso siguiente: en los 90, la teoría llegó al clímax de la postura recepcionista, y entonces ya no había nada de qué preocuparse: en tiempo de conservadurismo, la teoría aceptó la idea de una presunta democracia semiótica, en la que los televidentes decidían entre la oferta simbólica sesudamente armados de sus controles remotos.

La crisis de 2001 reordenó el campo: la explosión movilizada de las asambleas populares y barriales incluía la aparición de la crítica mediática. Los medios de comunicación eran propuestos como continuidad del esquema de poder neoconservador menemista que había desembocado en el estallido económico y social. Por supuesto: se trataba de una crítica ilustrada, urbana y de clases medias con ciertas competencias culturales. Y que recuperaba la vieja tradición intelectual, más izquierdista que peronista, de los medios como manipuladores y alienantes. Dos textos fundamentales de los 60 y 70 en esa línea: Para leer al Pato Donald , de Ariel Dorfman y Armand Mattelart, en Chile; La hora de los hornos , de Pino Solanas y el Grupo Cine Liberación, en la Argentina. En el filme se afirma: “los medios de comunicación están dominados por la CIA”; “los mass comunication son más eficaces que el napalm”. Entonces: una tradición de izquierdas, o de peronismo de izquierda, que reaparece en un momento de crisis radical y se vuelve crítica de masas. Ilustradas, pero masas al fin.

Hay un viejo razonamiento muy típico de las clases medias, que hace veinticinco años caricaturizó Stuart Hall. Se trata de considerar que los sectores populares son tontos culturales a los que les resulta imposible hacer otra cosa que zapping, y que las clases medias son las que están verdaderamente entrenadas para consumir medios. Este tema reapareció con mucha fuerza en los últimos años, especialmente ligado a la presunta influencia desmesurada del clientelismo peronista. Pero en estos años se combinó, contradictoriamente, con la tradición populista jauretcheana: la que afirma que las clases populares tienen una intuición perfecta de lo real y de sus propios intereses, mientras que las clases medias, colonizadas pedagógicamente, son capturadas por las redes de la prensa y los aparatos culturales.

678 es producto de ese berenjenal teórico. Por un lado, aunque no lo puede decir así, participa de la idea de los tontos culturales manipulados por la televisión; pero también celebra a las clases medias que encuentran en el programa la posibilidad para posicionarse como lectores críticos de los medios. Porque ése es su público. El programa tuvo un salto muy fuerte en su popularidad cuando se constituyó como movimiento desde Facebook y las redes sociales; y eso implica un nivel de competencia económica y cultural, es decir, la competencia imprescindible para producir contracultura, como dice Bourdieu.

La política de medios del kirchnerismo fue inicialmente mera continuidad del tardo-menemismo: negociación y cesión con las empresas de medios y continuidad acrítica de la hegemonía tinellista en la cultura de masas, aunque salpimentada con acciones más activas e inteligentes en el plano de los medios públicos, con transformaciones en la programación de canal 7 y la invención de Encuentro. Sólo con la nueva crisis, la del “campo”, decidió simultáneamente que el peronismo era de izquierda, que los medios de comunicación eran más eficaces que el napalm y que hacía falta un vietcong. Aunque, en lugar de Ho Chi Minh o el Che Guevara, prefirió confiar la empresa a Diego Gvirtz.

Un viejo texto de Umberto Eco llamaba “guerrilla semiológica” a la propuesta de generar televidentes activos, críticos, polémicos, mediante pequeñas vanguardias –nuevamente, ilustradas– que esclarecieran las mentes adormecidas por el flujo televisivo.

678 es su reproducción criolla. Producto de los tiempos, esta guerrilla no invoca a Vietnam y no pasa de la reivindicación leve y meramente icónica del Che; más bien, prefiere citar a Baglietto y Fito Páez: “multiplicar es la tarea”.

Y por eso, consecuencia de esa levedad, 678 anuncia una crítica de medios donde casi no la hay. Es relativamente eficaz en encontrar limitaciones ideológicas en la oposición política: un trabajo sencillo, que la edición pone de manifiesto con predominio de la ironía y con la invalorable colaboración de la misma oposición, que suele acomodar sus intervenciones públicas al guión de la productora. La mediocridad de buena parte de los/as políticos/as argentinos/as es demasiado notoria: sus intentos desesperados para poner de manifiesto sus ignorancias e inconsistencias descuentan la captura minuciosa de los grabadores de PPT, se sujetan a sus necesidades. En ese campo, entonces, los editores de 678 encuentran material de sobra para sus ironías.

Una crítica de medios sin medios y una semiología de masas sin semiología: porque lo que 678 no puede hacer es someter toda la lógica de construcción mediática a crítica, porque eso implicaría criticarse a sí mismos. No sólo respecto de las contradicciones y las inconsistencias ideológicas del kirchnerismo, sino del mismo programa en cuanto producto mediático. Los programas de archivo, de los que Gvirtz es uno de los grandes creadores, significan una autorreferencialidad excesiva: la televisión –los medios en general, pero la tele como gran máquina hegemónica– aparece en estos programas como el último horizonte del pensamiento y de lo real. Frente a la invención de la realidad que propone la televisión, el archivo se limita a proponer una construcción alternativa de lo real, tan discursiva y tan artificial como la que se propone “denunciar”. La movilización callejera promovida por Facebook, un dato extratelevisivo, se transforma finalmente en televisivo, cuando regresa a la pantalla; operación que la saca de la calle y la devuelve a su condición virtual –de red social–.

Y sin embargo, la guerrilla semiológica es eficaz como seducción de sus públicos.

678 realiza el viejo sueño del televidente de poder ejercer la crítica de medios: aunque delegada en Gvirtz y sus panelistas, aunque reducida y limitada, como dije, la fantasía de la crítica se despliega en el programa. Y lo transforma en un fenómeno, diga lo que diga una medición de rating que es, en el mismo periplo, también dudosa.

Con su habitual lucidez, Beatriz Sarlo aseguraba hace diez años que la televisión argentina era irresponsable ética y estéticamente. La sentencia no ha perdido validez. La ficción, el show, el entretenimiento oscilan entre el conservadurismo formal y narrativo y el chivo. Y la no ficción demuestra un desapego por lo documental, por el rigor periodístico o la precisión socioeconómica que sólo puede producir ruido, desinformación, la vieja y nunca bien ponderada manipulación de masas. Frente a ese cuadro, 678 amaga con la denuncia y la crítica; esgrime en una mano los manuales de semiología del CBC de la UBA y en la otra la vulgata alternativista de los 70. Pero luego oculta que sus mecanismos de construcción son exactamente los mismos, aunque políticamente correctos; que lo real es, apenas, lo real oficialista. Y que no es “de derecha”. ¿Entonces es de izquierda? Lo dudo, pero en la enunciación del programa “la derecha” siempre queda afuera, siempre se enuncia como ajenidad, como lo otro. Pareciera que el sistema sociológico de la televisión tiene que ser bipolar, blanco o negro. Los grises no existen, aunque sean una de las metáforas más invocadas en televisión, porque el pensamiento se organiza en dos partes. Es una lógica absolutamente binaria y no hay otra posibilidad.

678 tributa también a la imagen de una sociedad compuesta por nenes, a la que no se les reconoce inteligencia suficiente como para construir argumentos más complejos. Aunque pueda invocar algún respaldo teórico: Eliseo Verón diría que no hay palabra política que no sea palabra adversativa, que si no define un enemigo no se constituye como palabra política. Por su parte, Ernesto Laclau diría que el populismo se construye sobre la oposición pueblo-antipueblo, como una articulación en contra de un bloque de poder. Se trata de los intelectuales y teóricos más citados y utilizados por la política contemporánea argentina, aunque militan en bandos opuestos: Laclau es el teórico de cabecera del kirchnerismo –aunque 678 lo lleva todo el tiempo a Ricardo Forster, que es más televisivo–, mientras que Verón lo asesora a Duhalde… Lo cierto es que ambos insisten en que la política se construye sobre un sistema binario, y 678 persevera en demostrarlo.

En la televisión pública: que debería ser, porque para eso está, radicalmente plural, radicalmente democrática; y además debería ser, porque para eso está, radicalmente creativa, radicalmente experimental. Frente a ese horizonte, 678 se proclama, apenas, radicalmente kirchnerista; un universo situado a la izquierda de su pantalla, señora. Pero izquierda significa, o sigue significando luego del tsunami conservador, pluralismo, democracia, igualitarismo radical, irreverencia, revuelta, creatividad. De todo ello, poco hay en 678 –como en el resto de la televisión argentina–. Aunque jamás lo acepte así, es sólo otro programa peronista. Que no puede, entonces, ser de izquierda, aunque la retórica de Barone y Russo pretenda lo contrario.

*Autor, junto a María Julia Oliván de 678. La creación de otra realidad.

Fuente: Reflexiones sobre el periodismo militante, Por Pablo Alabarces en Revista Ñ - 26/11/10
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4/12/10

Las Masas...(y su utilización audiovisual)


Imágenes del pueblo, las masas y la gente

Un seminario internacional discutió la representación audiovisual de las multitudes a lo largo de la historia. Se analizó el peronismo, el radicalismo y los totalitarismos.

El filósofo inglés Thomas Hobbes nombró a ese hombre hecho de muchos hombres, Leviathan , el Adán de la teoría política moderna. El acto teórico que correspondía a la fecundación era el Contrato Social : en un momento de intimidad originario, las individualidades libres pactan conformar una entidad superior a las partes. Un siglo más tarde, Rousseau le insuflaba un renovado hálito a este sujeto colectivo. La voluntad general es infalible, dijo, pero “debe partir de todos para aplicarse a todos”. Ya en plena faena del siglo XIX, una vez enterrados buena parte del optimismo y otros paroxismos de la revolución francesa, se estaban definiendo los términos que los científicos aplicarían a los nuevos actores sociales, incesantes hijos de las industrias, las metrópolis, los nacionalismos. Así, el concepto de pueblo perdió algo de su noble idealidad y transmutó en el concepto más prosaico de masa o multitud. El sociólogo francés Le Bon analizó con áspero positivismo este fenómeno en su influyente libro Psicología de las multitudes .

La problemática de las sociedades de masas aparece intensificada en el siglo XX por la fertilidad de los regímenes totalitarios, la ascendiente organización en la lucha por los derechos civiles y laborales, y la difusión de los medios. Estos vínculos se propuso investigar el seminario internacional “Representaciones audiovisuales de las masas: perspectivas comparadas” que tuvo lugar en la Biblioteca Nacional el 29 de octubre y congregó a especialistas de diversas áreas. Fue organizado por Mariano Mestman y Mirta Varela del Grupo Medios, Historia y Sociedad (IIGG-UBA), quienes marcan un punto de apoyo: “Nuestro proyecto (…) propone centrar su indagación en el plano de las imágenes. Partimos de la hipótesis de que las imágenes cuentan con una relativa autonomía respecto de los conceptos y que no son una mera traducción de los mismos.” En ese encuentro, Irene Marrone (UBA) abordó el delicado problema de tomar un sujeto histórico como la masa como objeto audiovisual, en la medida en que tal operación puede ser utilizada para conferir representatividad y consenso a un discurso político. Si esta operación es deliberadamente opaca, puede asumir distintas formas de dominación. En su ponencia dirigió la atención a la diferencia sutil y conveniente en la denominación de las masas que una voz en off hacía en los noticieros argentinos de los 60: como “público”, como “nación o patria” (en ceremonias políticas o religiosas), como “pueblo” o “trabajadores” (en la propaganda populista), como “ciudadanía” (en los actos de gobiernos democráticos o dictatoriales).

Durante la jornada se exploraron los recursos y los límites de cada registro audiovisual (los diarios, la fotografía, el cine) en relación a la producción de sentido político. A este respecto, el abundante peronismo fue tratado por Marcela Gené y Clara Kriger (UBA) en sus respectivas ponencias. Gené habló sobre la evolución de la representación de las masas a partir de la llegada de Perón al poder y su necesidad de mitologizar el origen popular del movimiento, aprovechando los remanentes de la iconografía anarquista y socialista. Llamó la atención sobre un detalle técnico que revela una pauta de intencionalidad muy definida: “en el cine, el recurso sistemático a los planos generales sobreelevados de las multitudes genera el efecto perceptivo de una abstracción que anula el reconocimiento de los sujetos participantes.” Por otra parte, Kriger advirtió cómo la aparición de Perón y Evita en el mismo plano cercano que los trabajadores hace que estos comiencen a tener un grado mayor de identidad.

La televisión también fue protagonista de una serie de ponencias. Lynn Spigel (Northwestern University-Chicago) concentró su interés en la forma en que la televisión estadounidense construyó la relación masa-audiencia, desde la obsesión por dispersarla en la privacidad de la familia hasta una invitación constante a identificarse con una audiencia global a finales del siglo XX. Vito Zagarrio (Universitá degli Studi di Roma 3), trató la cuestión de los peligrosos efectos de la frivolidad en la televisión educativa italiana: “El fascismo se ha convertido en un gran depósito de espectáculo –observó–. El material se presenta manipulado o se lo muestra de manera acrítica, de modo tal que el ‘régimen reaccionario de masas’ aparece fascinante y ‘moderno’”.

También participaron del encuentro investigadores como Gonzalo Aguilar con su ponencia: “El retorno de las coreografías: la aparición de las masas en las ficciones de Hugo del Carril y Leonardo Favio”; Ana Amado habló sobre “Puerta de fábrica. De la escena colectiva de los setenta al retrato post-crisis de la desocupación”; Silvia Romano (Universidad Nacional de Córdoba) se refirió a los “Recursos para la investigación en ciencias sociales: dos archivos de la televisión de Córdoba”; Antonio Medici (Universitá degli Studi di Roma 3 – AAMOD), habló sobre “Los documentales del Movimiento Obrero y Democrático italiano”. Mientras Vito Zagarrio (Universitá degli Studi di Roma 3):”Pantallas de masas. La representación del fascismo italiano en la TV. El fascismo y la representación de las masas. Hubo una muestra de fotografía que contextualizó el seminario organizada por Ana Lia Rey y Cora Gamarnik. Mariano Mestman y Mirta Varela cerraron el encuentro.

Fuente: Imágenes del pueblo, las masas y la gente - Por Martin W Prieto, en Revista Ñ - 25/11/10
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21/11/10

No habia que romper esos (malditos) códigos de la política, de nuestra clase política.


El escenario
Odios y complicidades

Joaquín Morales Solá


Graciela Camaño pensó en su hija, una científica que vive en Santa Cruz, cuando cerró la boca de Carlos Kunkel con un cachetazo condenado a la fama.Margarita Stolbizer recordó la imagen de su detestada Elisa Carrió cuando pidió, para satisfacción del kirchnerismo, el archivo de las tres causas sobre supuestas presiones del Gobierno a legisladores opositores. Felipe Solá reflexionó, callado, que los "códigos" de la dirigencia, venerados por sus propios legisladores, corresponden a la mafia y no a la política. Elsa Alvarez caviló sobre la ingratitud cuando vio que su propio bloque, el radical, prefería despotricar contra Carrió, mientras la dejaba sola con su denuncia sobre los llamados que recibió de la oficina de Julio De Vido.

La congregación política se cerró sobre sí misma; prefirió ignorar lo que sabían hasta los ordenanzas del Congreso para salvarse ante la opinión pública. Esto nos afecta a todos, se justificó un diputado opositor que eligió el silencio. El oficialismo pudo zafar, así, de la investigación sobre las prácticas más chambonas que se hayan visto para aprobar una ley. El próximo martes 30 de noviembre caerán automáticamente todos los dictámenes y las cuestiones de privilegios que no hayan sido tratados por la Cámara. El escándalo será entonces caso cerrado, y la investigación sólo podría reabrirse si se presentara otra cuestión de privilegio el próximo año legislativo. Aun así, ese planteo necesitará de la aprobación de la Cámara para prosperar. Improbable.

La bofetada de Camaño fue injusta con Camaño. La política no debe romper el límite entre las palabras y la agresión. Sin embargo, Camaño es una de las legisladoras más reconocidas por su dedicación y su trabajo. Se formó sola cuando todo le señalaba un destino más modesto. La soterrada pendencia entre quién pegaba primero se venía librando entre Kunkel y Felipe Solá. Se deslizaban agravios al oído cuando se cruzaban; a veces, fluían entre ellos duros insultos en voz baja. Quiero que me pegue una trompada en pleno recinto, confesó Solá hace ya mucho tiempo. Kunkel ofendía, pero no golpeaba. Camaño saldó esa porfía por su cuenta y riesgo.

Un gobierno presidido por una mujer tiene entre sus principales dirigentes a hombres que han derrapado en el sexismo. A ningún político se le recuerda nunca qué dijo o qué hizo su esposa. Kunkel habla del marido de Camaño, pero no de Camaño. ¿A algún político le dijeron algo parecido a prostituta, como disparó Agustín Rossi contra Carrió, a la que llamó "madama de un cabaret"? La política de prontuarios (falsos, encima) que cultiva Kunkel es una de las peores herencias que dejará el kirchnerismo cuando ya no esté.

El reverdecer machista tiene la única explicación en que sólo fueron mujeres las que ventilaron las maniobras del Gobierno en pleno recinto para aprobar el presupuesto. Cynthia Hotton y Elsa Alvarez pararon la sesión cuando denunciaron que estaban siendo acosadas por funcionarios oficiales. Carrió denunció que se estaba violando la inmunidad de todo el cuerpo. Camaño debió levantar la sesión de la Comisión de Asuntos Constitucionales contra su propia voluntad. La mantuvo sesionando durante siete horas, a pesar de que casi todos los partidos querían cerrarla cuanto antes.

No quiero dejarla sola a Carrió, susurró Camaño en el oído a Solá. No la dejen sola a Carrió. Ustedes la van a necesitar el año que viene, les advirtió en voz baja a los radicales. Esa estrategia de Camaño es la que advirtió Kunkel cuando se acordó del marido de Camaño. Los hombres políticos de la oposición todavía no decidieron si hablarán o callarán. Callarán.

La política, en fin, prefirió hacer una lectura formal del episodio del presupuesto y evadió una interpretación política y académica, que es la que correspondía. Algunos opositores se conformaron y dijeron que no se habían denunciado delitos. No son necesarios los delitos. La ley y la jurisprudencia indican que un legislador no debe ser "molestado" ni "perturbado" cuando está en el ejercicio pleno de su función; es decir, en sesión y legislando.

Hubo "molestia" y "perturbación", digan lo que digan. La radical Elsa Alvarez denunció claramente que se sintió "perturbada" con las llamadas de su conocido de Santa Cruz, el secretario de la Lucha contra la Droga, José Granero, que intentó comunicarla con De Vido. Hotton fue a hablar con Patricia Fadel sobre el aborto y terminó recibiendo una propuesta, llena de sugerencias implícitas, para que aprobara el presupuesto. Varios legisladores testimoniaron que Hotton les había pedido, a esa misma hora, la firma para una declaración contra el aborto ante una reunión que por ese tema habrá en el Congreso en los próximos días. El oficialismo mezcló aborto con presupuesto y la dejó a Hotton dando explicaciones por su llamada a Fadel. Es la antigua táctica del kirchnerismo: mezclar y confundir.

La pregunta política que ninguno se hizo es si hubo, o no, presiones indebidas sobre los diputados, aunque no hayan sido sobornos (difíciles de probar). Las hubo. La investigación cerrada en Diputados es el resultado de la oposición, que, confundida y dividida, le hizo el juego al oficialismo. De hecho, el kirchnerismo se prendió en el acto de una propuesta de Stolbizer para cerrar el caso. Los seguidores de "Pino" Solanas y el socialismo hicieron lo mismo. Si habláramos, estaríamos rompiendo los códigos de la política, le respondió un diputado santafecino a Felipe Solá cuando éste los exhortó a contar lo que había pasado. Muchos de los diputados que lidera Solá recibieron llamadas telefónicas en esa noche de teléfonos ardientes.

Radicales, los de "Pino", socialistas y algunos peronistas se dejaron llevar por el rencor a Carrió. Nunca vimos tanto odio contra una persona, dijeron Camaño y Solá. Carrió tiene un estilo propio y frontal; las palabras le salen como dagas y perforan, sobre todo, a sus viejos correligionarios, los radicales. Podrán decirse muchas cosas de Carrió, menos que carece de una mirada ética y estética de la política. Es una persona de poder, pero, puesta a elegir entre la historia y el poder, ya decidió quedarse con la primera.

Ocurre, también, que las denuncias de Carrió sorprendieron a los radicales en medio de un grave problema interno. El bloque de diputados quedó partido en dos partes casi iguales. Perdió la jefatura Oscar Aguad, un exponente duro de la oposición, frente a un alfonsinismo más dialogador. Gerardo Morales parece haber salvado su cabeza en el bloque de senadores, después de que el vicepresidente Julio Cobos tratara de desestabilizarlo. El conflicto de Cobos es que se está quedando sin dirigentes y sin apoyo social. Fue el emergente de un "no" a Néstor Kirchner, pero Kirchner ha muerto. Ricardo Alfonsín es un hombre simpático para la sociedad, pero ésta no le reconoce todavía atributos presidenciales.

En esa lucha entre insuficiencias se metió el presidente del radicalismo, Ernesto Sanz, cuando dijo que no diría que no a su propia candidatura. Cuentan que Sanz había advertido que varios interlocutores comenzaban a irse del radicalismo cuando él les aseguraba que no sería candidato. Los notaba decepcionados. Decidió cambiar el discurso: ahora no dice que no. Con eso solo le bastó para provocar una erupción en el volcán radical. ¿Es sólo el discurso lo que cambió? Veremos. Hay que esperar para ver si su candidatura prende, resumen a su lado.

La versión final de una encuesta de Poliarquía, difundida parcial y prematuramente, indica que Cristina Kirchner tiene el 56 por ciento de imagen positiva luego de la muerte de su esposo. La siguen Daniel Scioli, con el 52 por ciento, y Sergio Massa, el intendente de Tigre, con el 45 por ciento. Luego aparece Alfonsín y, más abajo, casi todos juntos, está el resto de la dirigencia política, incluidos Cobos, Macri, Carrió, Solá y De Narváez.

La Presidenta es un caso aparte. El contrato entre ella y la sociedad vive un paréntesis de excepción; nadie sabe hasta cuándo durará. Llaman la atención los casos de Scioli y de Massa, porque son hombres con vocación de poder que tienen experiencia en la gestión pública. En una semana de desastres para el Gobierno (se quedó sin presupuesto porque quiso que así fuera) y para la oposición (que careció de una oportuna brújula política), aquella encuesta está encerrando, tal vez, algunos vagos mensajes sociales. ¿Alguien encontrará esa botella arrojada al mar?.

Fuente: Odios y complicidades, Por Joaquín Morales Solá - La Nación - 22/11/10
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14/11/10

El Kirchnerismo sin Kirchner: Ley de Presupuesto 2011


El imposible kirchnerismo sin Kirchner
Joaquín Morales Solá

A matar o morir. A libro cerrado. A suerte y verdad. El repertorio de frases agitadas por el oficialismo en los últimos días corresponde a los tiempos del kirchnerismo con Kirchner. ¿Puede hacerse, en la administración práctica del Estado, kirchnerismo sin Kirchner? La primera experiencia ha dado una respuesta convincente: no. La propia presidenta usó algunas de esas metáforas ( a matar o morir , por ejemplo) para fulminar de un solo golpe una avanzada negociación en marcha entre oficialistas y opositores sobre el proyecto de presupuesto. Cristina no tomó nota de que su marido ya no está en la política , se desplomó uno de los principales negociadores del oficialismo. El presupuesto corre ahora una suerte insegura.

Los ministros pudieron alertarla de que las cosas no tenían destino empujadas por un capricho. No lo hicieron. Optaron, sin embargo, por competir entre ellos para cumplir con su voluntad. Los principales referentes oficialistas de la Cámara de Diputados quedaron, así, desautorizados. El borrador de acuerdo no era malo para el oficialismo y aseguraba, en principio, el tratamiento ordenado del presupuesto. La competencia de varios ministros los convirtió luego en vendedores ambulantes en el propio recinto. Nunca hubo tanta chapucería para conseguir la aprobación de una ley.

Una diputada recibió una invitación para viajar a China en la hora inverosímil de la 1 de la madrugada. Un muy alto dirigente de la Federación Agraria, otrora líder de la revuelta agraria, le pidió a un diputado del peronismo disidente que apoyara al Gobierno o que se fuera del recinto. Los diputados radicales de Corrientes, Río Negro y Catamarca abandonaron su bloque; esas provincias son gobernadas por mandatarios radicales, que recibieron un urgente pedido de ayuda del jefe de Gabinete, Aníbal Fernández. Entró a funcionar lo que, no sin ironía, los políticos llaman la cuestión federal ; es decir, la negociación por el envío de dinero nacional a las provincias.

Un diputado del gobernador chubutense, Mario Das Neves, que milita en el peronismo disidente, abandonó la sesión. El diputado dijo que se iba porque lo estaban destrozando en Chubut en el trámite final de una interna partidaria. Das Neves alegó al día siguiente que el diputado había regresado a su provincia conmovido por un grave conflicto personal . ¿Interna o problema personal? Se sabe que Aníbal Fernández habló también con Das Neves. ¿Qué quieren para aprobar el presupuesto? ¿Qué piden? , fueron las preguntas más asiduas desde el oficialismo.

Hubo casos peores. A la diputada radical por Santa Cruz Elsa Alvarez la llamó un comprovinciano, el secretario de la Lucha contra la Droga, José Granero, para convencerla de que se fuera de la reunión. Intentó una vez y falló. En la segunda llamada, Granero le anunció a Alvarez que le pasaría el teléfono al ministro Julio De Vido. La diputada cortó antes de hablar con De Vido y cerró su teléfono móvil.

A un diputado por San Juan lo llamó el secretario de Minería de la Nación y lo comunicó con De Vido. Lo que quieras , le dijo el ministro, lacónico. De Vido fracasó de nuevo. A una diputada peronista disidente por Río Negro la llamó su jefe político y le dijo que había recibido un pedido del senador Miguel Pichetto, también rionegrino, para que ella se fuera. Se debía ir. La diputada resistió la presión. Un mensaje machista y amenazante de su jefe le llegó por teléfono: Piba, andate y pensá en el futuro . La diputada no se fue.

La diputada Cynthia Hotton, que no tiene otro partido que su fe evangélica, recibió pródigas promesas de una diputada importante del oficialismo, que controla decisivos mecanismos de la Cámara de Diputados. Cuatro diputados de Pro se fueron del recinto y dejaron a Federico Pinedo entre abrazos solidarios de varios colegas opositores. Mauricio Macri atribuyó esas ausencias en la sesión más clave del año a una interna en su bloque; otros diputados opositores señalaron que influyeron intereses vinculados con el mundo del juego. Macri será responsable , dispararon Felipe Solá y Elisa Carrió. Sea como sea, sus diputados no lo dejaron bien parado a Macri: sería una deserción grave si él la conocía de antemano, pero sería más grave aún si no la conocía.

También se metió en los teléfonos del recinto el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, pero lo hizo invocando la necesidad de que los peronistas disidentes no dejaran sin presupuesto a un gobierno peronista. ¿Legítimo? Un ministro no puede intentar cambiar el voto de los diputados dentro del recinto , bramó la titular de la Comisión de Asuntos Constitucionales, Graciela Camaño. Camaño avanza en estas horas en la investigación; a su lado, no descartan que decida hacer una denuncia penal. Hay que dar un escarmiento definitivo , dijo otro miembro de esa comisión.

Carrió, Felipe Solá, Silvana Giudici, Patricia Bulllrich y Camaño son las cinco figuras que mueven la Cámara de Diputados. Algunos criticaron el estilo de Carrió para disciplinar a la oposición. Pero ¿se podía ser manso cuando varios ministros estaban provocando una fuga de diputados opositores? Kirchner hacía esto y mucho más, pero el método era prolijo. Todo estaba arreglado antes de la sesión , contó, decepcionado, un diputado oficialista.

Los radicales no se privaron ni de perpetrar un golpe de Estado en plena sesión. Eso es lo que hicieron los seguidores de Ricardo Alfonsín cuando notificaron a Oscar Aguad, esa misma tarde, que será reemplazado en la jefatura del bloque por Ricardo Gil Lavedra. Existía un acuerdo previo para que el propio Alfonsín sucediera a Aguad a partir de fin de año, pero Alfonsín desistió porque él es precandidato presidencial; su corriente insistió en el relevo de Aguad. Gil Lavedra tiene irreprochables antecedentes políticos y personales, pero su experiencia como diputado es muy corta: lleva sólo un año.

Una diputada radical por Córdoba, Silvia Storni, cambió su decisivo voto a favor de Aguad (aunque no lo dijo todavía), aparentemente inducida por su jefe político, Carlos Becerra, enfrentado con Aguad por un enredo cordobés. Storni se fue a Córdoba, estragada por las pasiones de la interna, y abandonó la crucial sesión por el presupuesto.

Los radicales no pudieron sustraerse a la antropofagia que aqueja a la política argentina. Descabezaron el bloque de diputados y amenazan con hacer una amplia e inexplicable depuración interna, en momentos en que la política argentina está más en el aire que en la tierra. Encima, desestabilizaron a Aguad, el candidato radical a gobernador de Córdoba. Nadie descarta una rectificación; todavía están a tiempo. Un grupo importante de senadores radicales quiere replicar en el Senado lo que sucedió en Diputados; los nombres de los senadores Juan Carlos Marino y Oscar Castillo suenen ahora para reemplazar a Gerardo Morales como jefe del bloque. La mancha de la sublevación se propaga.

El peronismo disidente recibió, justo entonces, una noticia fulminante: se fue Carlos Reutemann. No se fue por la interna peronista santafecina (que tiene su propia dinámica) ni por obra de un increíble e improbable ataque de kirchnerismo tardío. Reutemann nunca será kirchnerista ni tomó ninguna decisión nueva sobre su candidatura presidencial. Se fue porque se sintió maltratado por sus pares en la conducción del Peronismo Federal; cree también que la ansiedad opositora de ellos debería calmarse durante algunas semanas. Las fichas las debe mover ahora la Presidenta, y la verdad es que empezó mal , se oyó a su lado.

Reutemann, Solá y Das Neves son los dirigentes del peronismo disidente que ganaron claramente elecciones provinciales el año pasado. Uno se fue y los otros dos, Solá y Das Neves, están más cerca de la puerta que de la común mesa. La política argentina está, otra vez, girando en el vacío

Fuente: El imposible kirchnerismo sin Kirchner, por Joaquín Morales Solá - La Nación - 14/11/10
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31/10/10

Cristina, la presidenta: La obligación de encontrar su propio camino...


El análisis
Obligada a explorar otros caminos
Joaquín Morales Solá

El país ha perdido al jefe de la estructura política gobernante y, en los hechos, al ministro de Economía de los últimos cinco años. Ese vacío no lo podrá llenar una militancia activa y, a veces, sectaria, ni la invocación al supuesto renacimiento de un kirchnerismo confuso e inasible. La propia solidaridad social que la Presidenta recibió y recibirá, razonablemente, en las próximas semanas no es un termómetro definitivo de la política. ¿Está dispuesta Cristina Kirchner a aceptar que la política no se rige por lo excepcional, sino por reglas más prosaicas y permanentes? O está decidida, acaso, a dejarse llevar por la mística de una épica etérea y exaltada para conducir la nación política?

El kirchnerismo resucitó con una muerte , se oyó decir cerca de la Presidenta. ¿Qué es el kirchnerismo? ¿Qué era? Era, fundamentalmente, una corriente política que respondía a la dirección de un líder duro e implacable. Sin embargo, Néstor Kirchner nunca definió el contenido de ese modelo, que lo constituía, sobre todo, un proyecto personal de poder.

Kirchner capturó las estructuras provinciales del peronismo y a sus líderes, mediante la generosidad financiera o el castigo implacable hacia los gobernadores, con la sola excepción de la provincia de Buenos Aires. Conocía demasiado bien la historia de Menem, que dependió siempre del liderazgo bonaerense de Duhalde, y decidió cambiar el método. Cooptó intendente por intendente en el rebelde y áspero conurbano, pero ni siquiera les explicó a ellos qué es lo que quería hacer con ese poder. Tampoco se lo preguntaron. Eran los gobernadores e intendentes los que arrastraban voluntades: ¿cuánto de kirchnerismo había entre esos seguidores?

Su política de derechos humanos, sus hábiles eslóganes y las batallas contra el campo y los medios que no le eran adeptos le sirvieron, sin embargo, para construir una militancia joven, pasional, como siempre, y convencida de que la revolución está a la vuelta de la esquina.

A pesar de todo, Néstor Kirchner era, en el frente y en el fondo, un peronista que sólo aspiraba a cambiar algunas políticas, no todas, instauradas por Menem en los años 90. Le interesaba más la creación de una imagen que la esencia de ella. Mírenme, no me escuchen , les decía a los periodistas que intentábamos interpretarlo. El peronismo lo reconocía suyo, como lo hizo suyo a Menem en su momento.

El kirchnerismo es, entonces, una invención de su creador, y su capacidad de supervivencia está a prueba. Hay algunas señales, malas, de ciertas innovaciones que hizo el kirchnerismo. Una de ellas (quizás la que más se notó en los días de dolor y luto) fue el paréntesis de los últimos años en la enseñanza democrática que todos los gobiernos desde 1983, con sus más y sus menos, habían hecho. Esa lección consistía en que la democracia es un sistema político de luchas, de negociaciones y de acuerdos que sólo excluye a la violencia. Kirchner nunca predicó ese evangelio; ni siquiera repudió la violencia.

La consecuencia fue predecible. Hubo en las horas de velatorio algunas ráfagas de intolerancia verbal, que se acercó peligrosamente a la agresión física, por fortuna sólo en algunos casos puntuales. Los políticos opositores fueron hostigados y algunos periodistas críticos, sobre todo Alfredo Leuco y Fernando Bravo, estuvieron a punto de ser víctimas de la agresión. Había hostilidad hacia nosotros , dijo un alto dirigente radical que llegó a estar a dos metros de la Presidenta en la capilla ardiente. La Presidenta no aceptó saludarlo.

Los opositores destacaron la afectuosa predisposición para recibirlos que tuvieron los peronistas José Pampuro, Miguel Pichetto y Agustín Rossi (los peronistas-peronistas , según los definieron). Pero la cordialidad de ellos se cortaba en seco cuando se acercaban al círculo del cristinismo puro y el comando de la ceremonia era tomado por los más cercanos a la Presidenta. Ese relato puede ser útil para describir a una jefa del Estado más segura que nunca de su potestad para decidir por sí sola la dirección del país y para reponerse sin ayuda de nadie de la muerte repentina de su esposo.

Héctor Timernan tiene un problema insoluble: no sabe distinguir cuándo un momento es oportuno y cuándo no lo es. Haber anunciado la candidatura presidencial de Cristina Kirchner, con cierta sonrisa, mientras velaban aún a Néstor Kirchner, fue un acto insensatamente prematuro y de dudoso buen gusto. ¿En nombre de quién lo hizo? No de la Presidenta, que todavía estaba estragada por el dolor. Tampoco del peronismo, que el canciller nunca frecuentó. ¿Para qué, entonces, si no representaba a nadie?

El peronismo se había fracturado entre el kirchnerismo (que tenía un líder claro e indudable) y el antikirchnerismo, carente de líder y conducido por un consorcio. En la intimidad, el peronismo venía debatiendo si esa fractura no lo condenaría a la derrota electoral frente a un radicalismo con dos líderes con buena imagen. La desaparición abrupta del líder del kirchnerismo está llevando ese debate a una conclusión. Un jefe ya no está: ¿por qué no averiguar la posibilidad de una reunificación del peronismo y buscar un candidato consensual ? Los nombres de Carlos Reutemann y de Daniel Scioli son los que más se escucharon en las últimas horas entre peronistas que se mojan en las aguas de aquí y de allá.

¿Y Cristina Kirchner? La Presidenta tiene dos perspectivas seguras: los barones del peronismo no la dejarán sola frente a la responsabilidad del gobierno (¿por qué lo harían?) y ningún presidente tiene negada de antemano la posibilidad de una reelección. Pero tendrá que ponerse a trabajar en ella. El problema de la Presidenta es que, al revés de su marido, es una peronista sólo emocional, pero distante de la estructura del peronismo. No la conoce, no le gusta y, encima, la aburre. El peronismo, por su parte, nunca la consideró una dirigente cercana.

Acostumbrada a explayar sus grandes ideas sin que nadie la interrumpa, le será difícil aprender el ejercicio del toma y daca al que obliga la práctica concreta de la política. Eso lo hacía su esposo. El suyo fue el primer gobierno que le encargó la mecánica política a una persona que estaba formalmente fuera del gobierno. La Presidenta deberá explorar ahora otras formas. Ya comprobó, en vida de su marido, que el poder no se delega; el liderazgo, tampoco.

Néstor Kirchner jamás hubiera destratado, por ejemplo, a Hugo Moyano como ella lo hizo junto al féretro de su marido. Cierta razón tenía Cristina Kirchner. En la última noche de su vida, el martes último, Néstor Kirchner debió aguantar en El Calafate una dura conversación con el líder camionero. No se sabe si la causa fue porque casi ningún kirchnerista concurrió a una reunión del peronismo bonaerense convocada por Moyano o si éste se quejó porque Kirchner no frenaba la mano del juez Claudio Bonadío, que ya lo tiene entre las cuerdas. La cercanía de los jueces preocupa a Moyano más que los desertores del peronismo.

Kirchner murió, cuentan, con la obsesión del crimen de Mariano Ferreyra. ¿Quién apretó en verdad ese gatillo?, se preguntaba sin tregua. Caviló sin descanso sobre eso durante sus últimos días en El Calafate. Imaginó que lo podía inculpar a Duhalde, pero no era Duhalde. Las fotos de sus ministros con un barrabrava acusado del homicidio lo tumbaron. ¿A quién respondía José Pedraza cuando ordenó que fuera armada una fuerza de choque? ¿Estaba detrás de él la corporación sindical? ¿Hubo una conspiración? Era posible. Pero, ¿de dónde venía? Murió sin que lo asistiera una sola respuesta.

Lo que no sabía es que Amado Boudou se quedaría sin ministro. Kirchner fue el ministro de Economía desde que se fue Roberto Lavagna, el último jefe real del Palacio de Hacienda. Los demás ministros, incluido sobre todo Boudou, eran meros secretarios de Estado; sólo aprendieron a gastar. Kirchner era el que sabía con qué plata se contaba y dónde estaba.

Hay muchas señales de alerta en la economía argentina, pero la mayoría pertenece todavía al debate académico. Hay un solo trauma que está en la certeza colectiva: la inflación, cuya riesgosa presencia es aceptada por los economistas, las amas de casa y los verduleros. No hay equipo ahora para desafiar ese peligro.

La Presidenta podría creer que la economía y la política se resuelven sólo con la promesa de un proyecto entrañable, heroico y aéreo. Sería el triunfo de la voluntad sobre la ciencia, de la inspiración sobre la inteligencia.

Fuente: El análisis - Obligada a explorar otros caminos, por Joaquín Morales Solá - La Nación - 31/10/10
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11/10/10

Maradona como metáfora argentina...


TRIBUNA: JOHN CARLIN Y CARLOS PIERINI
Maradona como metáfora argentina


¿Hay alguna relación entre el futbolista y el peronismo? Sí, cuando se eligen entrenadores, presidentes o sistemas de características populistas, autoritarias y con pocos pies sobre la tierra, el resultado es el fracaso

Se dice con frecuencia que la solución a los problemas de la África subsahariana es la educación; que los recursos naturales abundan y si solo se pudiera proporcionar un buen nivel educativo a la gente el continente despegaría. No necesariamente. Miren el caso de Argentina. Todos los recursos naturales que quieran, una bajísima densidad de población y, a lo largo de la mayor parte del siglo XX, índices escolares que no han tenido nada que envidiar a Europa occidental. Pero hoy, en un país que hace 100 años era uno de los 10 más ricos del mundo, la tercera parte de los recién nacidos están condenados a crecer en la pobreza, si es que logran crecer. Ocho niños menores de cinco años mueren al día debido a la desnutrición en un país que debería ser, como hace tiempo fue, el granero del mundo. Semejante aberración florece en un contexto político en el que a lo largo de más de medio siglo juntas militares han alternado el poder con Gobiernos populistas, corruptos o incompetentes. El actual Gobierno peronista de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner (como el anterior, de su marido Néstor Kirchner) es más afín al de Hugo Chávez en Venezuela o al de Daniel Ortega en Nicaragua que a los Gobiernos pragmáticos y serios de Brasil, Chile o el vecino Uruguay donde, por cierto, hoy se consume más carne per cápita que en Argentina. ¿Dónde ha quedado la famosa Justicia Social proclamada hasta el cansancio por el peronismo que ha gobernado la mayor parte del período democrático instaurado en 1983? ¿Cuál es el problema?

El problema es Diego Maradona. O, para ser más precisos, lo encarna, como símbolo, Maradona, el "Diez", "el Dios Argentino", el ídolo nacional por goleada. La idolatría a los líderes redentores, el culto a la viveza y (su hermano gemelo) el desprecio por la ética del trabajo, el narcisismo, la fe en las soluciones mágicas, el impulso a exculparse achacando los males a otros, el fantochismo son características que no definen a todos los argentinos, pero que Maradona representa en caricatura payasesca y que la mayoría de la población, aquella misma incapaz de perder la fe en el peronismo, aplaude no con risas sino con perversa seriedad. El punto de partida es la negación de la realidad. Este es el terreno en el que opera Maradona y en el que su legión de devotos se adentra -como por ejemplo los 20.000 que fueron al aeropuerto de Ezeiza para darle las gracias tras la desastrosa actuación en el Mundial de Sudáfrica- para adorarle.

Esos mismos que disfrutaban como locos con las grotescas actitudes y dichos del ídolo -"¡que la chupen!"- fueron en manada a vitorearlo al llegar a Buenos Aires después de la goleada de 4-0 que Alemania le propinó, expulsando a su selección del Mundial. Presos de la nostalgia, no olvidan nunca que "ÉL" hizo el famoso gol con la "mano de Dios"; o sea que su mano y la mano de Dios son la misma mano. "EL" es uno con "DIOS". La manada entonces, mientras grita para adentro, "¡Si estamos unidos a Dios Maradona compartiremos toda su gloria!", grita para afuera: Maradooooooona, Maradooooooona. Y no olvidemos el dicho nacional, al mismo tiempo jocoso y lleno de convicción, "¡Dios es argentino!".

Diego Maradona fue un monumental jugador de fútbol. Pero la fama justificada no da títulos, ni derechos, ni conocimientos para opinar con absoluta certeza acerca de casi todo y al mismo tiempo desautorizar a todo aquel que no esté de acuerdo con sus ideas. En Argentina, mientras avergonzaba a algunos, hacía gritar de entusiasmo a muchos más. Creían, orgullosos, que unidos al " ídolo" todo el mundo "se la chupaba". En realidad el que se ha chupado todo, desde alcohol hasta cocaína, ha sido Maradona. Nadie lo acusa ni lo maltrata por su triste enfermedad. Solo se trata de señalar su soberbia desconsiderada, de carácter profundamente narcisista, base de sus penosas afecciones del alma, metáfora de la patología crónica de un país.

Hace 15 días Maradona dio su primera entrevista desde la debacle de Sudáfrica. El ex director técnico de la selección argentina, al que se le oyó diciendo minutos antes de aquel partido que su equipo iba a dar una lección de fútbol a los alemanes, no ofreció ni análisis, ni explicación por la derrota, salvo decir que el portero alemán estuvo "muy seguro" y después del 2-0 "nos vinimos abajo". Con un poco de suerte (la magia de la suerte lo abandonó, ¿el otro Dios estaba en su contra?) el partido se hubiera ganado. Culpa por el desastre no aceptó ninguna.

En cuanto a la victoria argentina 4-1 el mes pasado contra el campeón del mundo, España, bajo el mando de un nuevo seleccionador, confesó que prefirió no ver el partido. Claro. Porque ver aquel partido hubiera significado chocarse con la realidad y arriesgar salir del autoengaño enfermizo que le permitió afirmar en la misma entrevista que -avalado por el ex presidente Néstor Kirchner, que en una reunión la semana pasada le "felicitó" por el Mundial- él seguía siendo el candidato idóneo para dirigir la selección. "Daría la vida", dijo, "daría un brazo" por recuperar el puesto.

El fracaso de Maradona en el Mundial fue el espejo del fracaso de Argentina como país. Por un lado, una falta de rigor y humildad en la planificación; por otro, un derroche de los recursos disponibles. Talento sobraba, salvo que por amiguismo, ceguera, populismo patriotero o sencilla idiotez Maradona decidió no convocar a la mitad de los mejores; no solo no explotó los recursos que tenía, no los quiso ni ver. El nuevo seleccionador, Sergio Batista, puso en el campo contra España a cuatro jugadores básicos que Maradona ni siquiera había convocado para Sudáfrica y lo que se vio fue un equipo sólido que hubiera sabido competir contra Alemania, como contra cualquiera en el Mundial. Es decir, el sentido común existe en Argentina; solo que demasiadas veces, obliterado por la luz maradoniana, brilla por su ausencia.

En el sistema maradoniano solamente brilla la ilusión. Dentro de este sistema de pensamiento las cosas terminan no teniendo ni pies ni cabeza. Resultado: fracaso en la vida y arrastrando en el fracaso, en este caso, a la selección argentina, pero también se puede arrastrar a toda una nación. Recorriendo la historia del siglo XX sabemos la potencia destructiva de la ilusión cuando no es contrabalanceada por la realidad terrenal, nunca tan agradable ella como los espejismos de la ficción.

Cuando llevados por la fantasía se eligen directores técnicos o presidentes o sistemas de características populistas, autoritarios y antidemocráticos, con pocos pies sobre la tierra, el resultado inevitable es el fracaso. Un director técnico que no tiene ni ha tenido capacidad para manejar su vida, que además no es director técnico (por preparación) y por lo tanto al titularse así toma las características de un impostor, tuvo como resultado el descalabro de la selección argentina. Puede ocurrir nuevamente algo similar con la Argentina misma si los directores técnicos, léase la pareja que lleva siete años en el poder, siguen el camino compulsivamente repetitivo de la tergiversación permanente de la realidad. El endiosamiento de seres Ídolos-Dioses a los que no se debe criticar, como a Perón, Evita, Maradona, Cristina Fernández o Néstor Kirchner, intocables seres sin errores, lleva al fracaso reiterativo y doloroso que arrastra a millones de argentinos al sufrimiento. El granero del mundo se va convirtiendo en un país lleno además de granos de pústulas creadas por el sistema: fracaso, pobreza, desnutrición, inseguridad, criminalidad, destrucción de las instituciones, ataque permanente a la prensa opositora, ataque a la ley, destrucción de la educación (eso también) y llegamos entonces a que la fantasía de ser un pueblo "protegido" por los Dioses cae en una triste y ridícula realidad.

Las sociedades propensas a alimentar estas ilusiones, caen en la seducción hipnótica de líderes de estas características. Son sociedades cerradas, como dice Karl Popper, con un fuerte carácter autoritario, convicciones inamovibles y preponderancia al pensamiento mágico. En estos casos el horizonte de expectativas está absolutamente distorsionado por las ilusiones y las consecuencias se traducen en un sinnúmero de fracasos compulsivamente repetitivos. Decía Albert Einstein que la locura era repetir lo mismo una y otra vez, esperando diferentes resultados. Eso es lo que propone Maradona al reafirmar su derecho a dirigir la selección de fútbol. Al apoyar su estrambótica candidatura, los Kirchner, eso sí, están siendo consecuentes. Ellos también piden, pese al fracaso mundialista de su gestión, como el de los regímenes peronistas que los precedieron, que se prolongue su dinastía en las elecciones generales del año que viene. Es probable que lo consigan. Sería la victoria del pensamiento mágico maradoniano, sobre el que el sol de la bandera argentina nunca se pone.

* John Carlin, periodista, vivió 10 años en Argentina; Carlos Pierini trabaja como médico psicoanalista en Buenos Aires.

Fuente: Maradona como metáfora argentina - Diario El País (España) - 05/10/10
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28/9/10

Peligra la libertad de expresión: Solo hay lugar para la reproducción de lo Kirchnerista, de lo Oficialista...

Crece el embate oficial contra la libertad de prensa
La batalla cultural
Beatriz Sarlo

El kirchnerismo se ha caracterizado por la riña con el periodismo no oficialista. Sobre esto se ha escrito mucho, aunque nunca será suficiente subrayar su debilidad de principios. Los argentinos vivimos dictaduras militares que liquidaron a periodistas, y esa imagen del pasado es tan horrenda que se la utiliza sin escrúpulos para disminuir cualquier hecho presente. Sin embargo, la libertad de prensa no admite grados: que antes haya sido atacada no disculpa transgresiones que, frente al asesinato, parecerían menos graves. Ultimamente, el desdén por la prensa viene acompañado por un ataque a obras y autores, con incursiones en la Feria del Libro que terminan a los sillazos como si fuera una fiesta de fin de curso que se fue de madre, aunque son, en verdad, un intento de cortar la palabra a los gritos y por la fuerza.

Pero está en curso un proceso más novedoso. Lo llamaré dispositivo cultural kirchnerista, armado de partes heterogéneas que funcionan de manera más o menos independiente, aunque alineadas con el Gobierno. Se trata de un dispositivo cultural, y no de la Oficina Ideológica del Ejecutivo. Comprende iniciativas prácticas descentralizadas, aunque convergentes en sus objetivos, y una red de discursos e intervenciones que reúne instituciones del Estado, pero también formaciones de la sociedad civil. Sería conveniente pensarlo más allá de la batahola.

Desde marzo de 2008, cuando comenzaba el conflicto con el campo, el Gobierno fue apoyado por los intelectuales, académicos y profesionales de Carta Abierta, que difundieron un documento. El segundo párrafo de esa primera Carta Abierta les ofreció a los Kirchner el argumento que repitieron durante meses: "Un clima destituyente se ha instalado, que ha sido considerado con la categoría de golpismo. No, quizás, en el sentido más clásico del aliento a alguna forma más o menos violenta de interrupción del orden institucional. Pero no hay duda de que muchos de los argumentos que se oyeron en estas semanas tienen parecidos ostensibles con los que en el pasado justificaron ese tipo de intervenciones, y sobre todo un muy reconocible desprecio por la legitimidad gubernamental".

Así se compactaba el núcleo de los discursos kirchneristas: transformar un conflicto de intereses económicos y una movilización social que incluía a pequeños y grandes, pobres y ricos, en una operación golpista de nuevo tipo. La palabra "destituyente" produjo un efecto inmediato y duradero, tanto que todavía se la utilizó para caracterizar a quienes se oponían a la ley de medios audiovisuales, más de un año y medio después.

Carta Abierta hizo reuniones en la Biblioteca Nacional, que dirige Horacio González, uno de sus miembros de más larga tradición peronista y gran influencia intelectual. A algunas de ellas asistió Kirchner. No se frecuentan con mayor asiduidad porque los Kirchner no tienen tiempo para intelectuales y la Presidenta cree que en esas cuestiones se arregla sola.

Alrededor de Carta Abierta, otras formaciones, como Red de Mujeres con Cristina, semanalmente reparten citas por correo electrónico, extraídas de Página 12 o de Laclau y Zizek, en amable armonía epistemológica. Estos hebdomadarios "ramilletes de pensamiento" difunden, más allá de los círculos especializados, fórmulas políticas que no ofrecen los discursos del Gobierno (generalmente pobres, pese a las pretensiones). Son citas sobre las que se puede volver y pensar. No las subestimo, porque forman parte de una larga tradición de frases y epigramas políticos para el uso de sectores menos intelectuales que quienes los difunden. Se intenta una expansión hacia afuera de la elite.

Pero las iniciativas de Carta Abierta y sus subsidiarias, como puede comprobarlo quien haya asistido a algunos de los actos recientes o a las actividades en la ESMA, quedan dentro de un espacio académico y profesional relativamente restringido. No hacen opinión pública, salvo entre los lectores de Página 12 , que están habituados a las intervenciones periodísticas de esos mismos intelectuales, o en medios incluso de menor circulación como Contraeditorial , las revistas del grupo Spolsky y la mejor realizada Debate . De cualquier modo, todo va sumando: de las sucesivas Cartas Abiertas al más deshilachado y amarillo Veintitrés , circula un discurso con diversos niveles de escritura. Estas iniciativas permanecen todavía dentro de lo que se llama campo intelectual y sus cercanías.

No conozco el número de lectores de Página 12 , pero incluye un progresismo convencido de que, ante el fracaso de otros progresismos, Kirchner es su última oportunidad y que la política de derechos humanos y el enjuiciamiento de los terroristas de Estado imponen tragarse algunos sapos. En este arco, Página 12 se combina dinámicamente con lo que hoy parece ser un centro del dispositivo cultural: el programa de televisión 6, 7, 8 , magazine con participación estelar de Sandra Russo, del corazón de Página 12 (la única mujer que en ese diario ha firmado contratapas) y autora de un libro, que ha sido adelantado por el diario, sobre la dirigente Milagro Sala; con cartel francés se luce Orlando Barone (que ha dejado la revista Gente en el pasado para ser columnista de Debate e impávido humorista de la televisión oficial).

No se puede subestimar 6, 7, 8 con la respuesta sencilla de que se ve el programa porque está enmarcado en las emisiones de Fútbol para Todos. Esa respuesta ignora que tal fue precisamente el objetivo de estatizar las transmisiones mediante un contrato con la AFA que empezó costando 600 millones anuales y para el que ya se han anunciado refuerzos. Quien tuvo la idea no pensó simplemente en que se pasaría publicidad oficial durante los partidos, sino que el fútbol iba a calentar la pantalla de Canal 7, con un efecto de arrastre que conoce cualquiera que sepa algo de televisión. Lo que pagamos todos los argentinos es ese efecto de arrastre, que hoy beneficia a 6, 7, 8 , pero que, como cualquier efecto, es ciego.

Creado por un joven de la nueva televisión, 6, 7, 8 dio lugar a una comunidad de audiencia. En el acto del 24 de marzo en Plaza de Mayo pude ver la llegada de una columna de televidentes autoconvocados por Facebook, perfectamente organizada, con sus volantes y sus remeras ("Somos la mierda oficialista"); gente de pueblos del Gran Buenos Aires que se había organizado para llegar a la Plaza, todos miembros de una pequeña burguesía progresista que no había encontrado otros lugares de expresión desde el conflicto con el campo en el cual suscribió el discurso de Carta Abierta, habiéndolo leído en su fuente original o escuchado en las versiones presidenciales. Son decididos, incluso agresivos verbalmente, pero no violentos; militantes espontáneos, no matones. Así, el campo reducido representado por Carta Abierta se ensancha hacia zonas no profesionales ni académicas. Los intelectuales no miran 6, 7, 8 , simplemente pueden ir a hablar en su escenario chacotero (lo vi al solemne Rafael Bielsa haciendo equilibrio al escuchar la canción pop "Somos boludos").

Fútbol para Todos, entonces, es una gran plataforma, un portaaviones que se dirige a públicos más masivos. Hay más y mejor en el futuro. En estos días, la Presidenta anunció el proyecto de repartir urgentemente medio millón de decodificadores de televisión digital, norma en la que ya están trasmitiendo Canal 7 y Encuentro. Así como les restituyó el derecho a los goles, el kirchnerismo no va a mantener al pueblo en la privación de señales digitales, máxime cuando el secretario de Medios, Gabriel Mariotto, ya ha anunciado una red de diez canales digitales públicos (es decir, en estas circunstancias, oficiales).

Acá entramos en aguas profundas. Mariotto actúa rápido, no se fija en menudencias, y tiene la determinación de quienes piensan que la batalla final no se gana sin una victoria comunicativa. En esto no es igual a los Kirchner, que, abandonados a su espontaneidad, simplemente ahogarían económicamente o cooptarían con negocios a la prensa, como lo hicieron en Santa Cruz. Mariotto es un graduado de Ciencias de la Comunicación, que ha leído los manuales. Los Kirchner, con gente como Mariotto, ampliaron su horizonte. Lo que se arme con la televisión digital y la lluvia benéfica de decodificadores será la trama más fuerte de todo este dispositivo de redes.

Y también están los blogs y los blogueros, celebrados por Aníbal Fernández en una de sus últimas escapadas nocturnas como militante. La "nube K" sostiene decenas de páginas web conocidas y desconocidas (todos los opositores leen la de Artemio López, porque, con buen ojo, siempre se encuentra algo). Precisamente, la mortecina página de Carta Abierta indica el modo en que la crema de los intelectuales kirchneristas es relativamente ajena a ese mundo.

Pero lo fundamental de la "nube K" son los condottieri que recorren la web buscando palabras clave que les permitan llegar a intervenciones en portales, periódicos digitales, blogs, que piden a gritos un comentario de la ortodoxia doctrinaria kirchnerista. Sobre todo, que hagan indispensable el insulto y el desliz maledicente de un modo sólo comparable con la violencia verbal que ejercen algunos comentaristas anti-K en otros foros virtuales. La Web no es una nube de ángeles que quieren simplemente comunicarse con independencia de los grandes medios.

Los blogueros y comentaristas se identifican con las formas rizomáticas de una nueva esfera virtual, donde no se es responsable ni de la injuria ni del falso testimonio. Viven del rumor que difunden y multiplican; viven también del anonimato, que es la regla que nadie se atreve a discutir. Este mundo es difícil de cuantificar. Por un lado, está el lugar común de la importancia de la Red, de Twitter, etcétera; por el otro, el temor religioso de quedarse fuera de lo nuevo; finalmente, están los vivos: la Red existe y es gratis.

El dispositivo kirchnerista no se completaría sin ella. Tampoco sería realista un cuadro que no registrara los episodios de una batalla cultural por las capas medias. Cuando se habla de hegemonía, en un sentido estricto, hay que pensar en esta dimensión donde se juega a convencer, aunque, cada vez con más frecuencia, pasen a primer plano los aficionados a las trompadas. Total, como dijo un comentarista de 6, 7, 8, en la Feria del Libro no hay más violencia que en un concierto de rock.
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Fuente: La batalla cultural, por Beatriz Sarlo - La Nación - 29/04/10
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19/9/10

Actividad 2010 del CEPI: Ciclo de Charlas Abiertas.

Las mismas se realizan en la Ciudad Autonoma de Buenos Aires. Lo publicamos por si hay algun interesado en asistir. Para más información pueden entrar al siguiente enlace.

15/9/10

Entrevista a Jorge Lanata: Habla acerca de Papel Prensa, Kirchner y tanto más.


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"Néstor Kirchner está enloquecido de poder", dijo Jorge Lanata en Palabras más, palabras menos. "Me lo imagino corriendo atrás de algo que nunca va a alcanzar. Y va a atropellar a lo que tenga que atropellar", agregó. "Me da la impresión de que esta es la acción de un tipo que siente que lo que le pasa no le alcanza, que necesita más, que tiene miedo, que necesita controlar", continuó.

"Dejemos de joder con que a Kirchner le preocupan los derechos humanos, los usó para lograr caudal electoral y ventaja política. No le preocuparon nunca", dijo Lanata.

Con respecto a Papel Prensa, el periodista dijo que en su momento había investigado la empresa y que "su historia no es como el Gobierno la cuenta". "Esto no se soluciona con Moreno con guantes de box. Si la respuesta de un país es que Moreno te va a detener, estamos mal", dijo. "Si hay un problema se debe ir a la Justicia, y Papel Prensa ya fue, y salió inocente. Los juicios fueron en democracia, no en dictadura", explicó.

"Cuando defendés una causa con medios injustos la causa se vuelve injusta. No hay mucho para dudar", dijo Lanata, y aseguró que "el Gobierno se equivoca mucho". "Si meten en cana a Magnetto y a Mitre estamos en un problema serio. Mañana van a meter presos a Tenembaum y a Lanata con la misma discrecionalidad", agregó

Lanata criticó el ataque a Fibertel. "De un día para el otro un ministro decide que Fibertel es irregular. Estuvieron 8 años así y nadie se dio cuenta, se dieron cuenta el otro dia. Y en vez de hacer la denuncia decide cortar el servicio", dijo. "Es una locura que el gobierno reemplace al poder judicial", agregó.

"A mí me parece que a nosotros nos vendieron un montón de carne podrida con lo que fue el ´70 y la visión que nosotros tuvimos fue a lo mejor excesivamente romántica. Yo no estoy de acuerdo con la violencia politica. Matar a alguien en un sotano con la cabeza tapada. Así mataron a Aramburu", dijo el periodista, y continuó: "Yo no me siento lo mismo que eso, y no me parece que este mal decirlo. Yo no creo que sea un heroe un tipo que hizo eso".

Lanata aseguró que le "da mucha tristeza lo que pasa con los organismos de derechos humanos". "El Gobierno los cooptó y compró. Se desnaturalizaron con respecto a su objetivo", dijo, y agregó: "Me parece que el Gobierno envileció esto y en el fondo ellos mismos no creyeron en eso".

Entrevista a Jorge Lanata - Exclusivo Palabras + Palabras - (TN)
24 de Agosto de 2010

26/8/10

Desconociendo la Constitución Nacional...

Temas de la Justicia
La Presidenta se olvidó de la Constitución Nacional
Adrián Ventura


Los dos anuncios que hizo la presidenta Cristina Kirchner -una ley que declare de interés público la producción de papel de diario y la denuncia contra los directores de Papel Prensa por violación de los derechos humanos- responden a su necesidad de construir un nuevo relato oficial de la historia, pero violan la Constitución y desconocen todo lo investigado, durante años de democracia, en varias causas judiciales.

Los anuncios no fueron hechos con ingenuidad: el Gobierno pretende minar la credibilidad de los medios críticos y convencer a la ciudadanía de que sólo ahora -gracias al kirchnerismo- comenzamos a vivir la más madura y verdadera democracia.

Sin embargo, la lectura que hacen amplios sectores de la oposición, de la Justicia e, incluso, algunos conspicuos operadores del kirchnerismo en el Poder Judicial no es ésa: "Las evidentes flaquezas del relato oficial dejan al descubierto la intención de profundizar la confrontación, aun a costa de cansar al electorado", coinciden.

¿Le queda margen al Gobierno para seguir presionando a la Justicia para que avale una cuestionable ley de medios o acorrale a empresas de servicios? Las arbitrariedades que mostró el Gobierno con su decisión de cancelar la licencia a Fibertel y con las falsas acusaciones contra Papel Prensa ponen en duda la transparencia de las decisiones oficiales.

El Gobierno decidió enviar un proyecto de ley para declarar de interés público la producción de papel de diario: busca justificar un mayor intervencionismo. Sin embargo, ese proyecto viola dos artículos de la Constitución.

En efecto, por motivos históricos muchos países -entre ellos, Estados Unidos y la Argentina- establecieron en sus constituciones importantes garantías para permitir la más amplia libertad de expresión y de prensa, no porque se haya querido privilegiar a algunos sectores, sino para que los ciudadanos y los medios pudieran controlar al poder.

Por eso, el artículo 32 de la Constitución nacional, equiparable a la Primera Enmienda norteamericana, estableció que el Congreso no puede dictar leyes que restrinjan la libertad de imprenta. Y el artículo 13.3 de la Convención Interamericana de Derechos Humanos prohíbe que se adopten medidas que restrinjan la producción de papel: ese tratado lo califica como una restricción indirecta, equiparable a la censura.

Por otra parte, las nuevas acusaciones sobre violaciones de los derechos humanos también chocarán con otro obstáculo: cualquier juez que reciba una denuncia debería buscar y tener a la vista todos los expedientes que, con anterioridad, se hayan tramitado sobre el tema. Y la verdad que surge de esos expedientes no es la que cuenta el Gobierno.

En plena democracia, Isidoro Graiver y Lidia Papaleo, en varios escritos presentados ante la Justicia -ratificando y ampliando escritos anteriores- afirmaron que habían sido amenazados por Montoneros -para que les devolvieran 17 millones de dólares- y que vendieron las empresas para pagar deudas. Un fallo de la Cámara Federal, en 1986, lo corroboró.

"Hoy más que nunca, el país requiere tener jueces independientes que se animen a decir la verdad y desenmascarar al poder", dice Alejandro Fargossi, abogado especialista en telecomunicaciones y candidato para integrar el Consejo de la Magistratura, el organismo que utiliza el Gobierno para doblegar a los magistrados independientes.

Fuente: La Presidenta se olvidó de la Constitución nacional, por Adrián Ventura - La Nación - 26/08/10
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Papel Prensa: entre errores y muchos interrogantes...

El escenario
Extravíos presidenciales
Carlos Pagni


Las iniciativas y declaraciones del Gobierno en relación con Papel Prensa obligan a pensar si los Kirchner no habrán sido infiltrados por alguien de la oposición. Es una hipótesis enloquecida. Sin embargo, los errores que vienen cometiendo son tan numerosos que, por un instante, a algún distraído podría resultarle atendible. Sobre todo si ese distraído tiene alguna propensión a las teorías conspirativas, como les ocurre a la Presidenta y a su esposo.

El extravío principal de la nueva batalla es que revela la ausencia de un plan político. Muchos observadores suponían, y muchos oficialistas festejaban, que Kirchner hubiera decidido reubicarse en la escena suavizando su perfil, apaciguando sus relaciones, seduciendo al público más moderado, buscando el centro. Ahora se sabe que fue una ilusión óptica. O ese plan no existió o no pudo ser administrado. Frente al problema de su declinación política, Kirchner vuelve a mostrarse como un líder monorrecurso, alguien que sólo sabe dar trompadas, cualquiera sea el contexto, le convenga o no. Como si quisiera confirmarlo, antes de aplaudir a su esposa le entregó a Hugo Moyano el PJ bonaerense. Cualquier conjetura sobre su capacidad de regeneración debe ser revaluada.

Hay otros errores específicos, muy graves. El más llamativo es que, por primera vez de manera inocultable, los Kirchner instalaron una enorme duda sobre la autenticidad de su compromiso con la bandera de los derechos humanos. La Presidenta se sirvió de todos los recursos del Estado para hacer caer sobre Bartolomé Mitre y Héctor Magnetto la denuncia de un delito de lesa humanidad cometido en contra de los Graiver. Pero horas antes de que formulara esa gravísima acusación, los Graiver la desmintieron. María Sol e Isidoro Graiver ratificaron lo que había adelantado Gustavo Caraballo: que la venta de Papel Prensa no estuvo determinada por la atroz persecución de los militares contra esa familia. ¿A nadie se le ocurrió hablar con los Graiver antes de lanzar la denuncia? ¿Alguien le habrá dado una justificación a la señora de Kirchner por semejante equivocación? ¿Se la dará ella a alguien?

Interrogantes
Las aclaraciones de los Graiver refuerzan otros interrogantes. ¿Por qué razón Rafael Ianover, testaferro de David Graiver, declaró ante la Secretaría de Derechos Humanos que las acciones de Papel Prensa habían sido arrebatadas bajo apremios inhumanos, pero modificó esos dichos en la Justicia? ¿Qué veracidad tienen las manifestaciones de Lidia Papaleo, la viuda de Graiver? ¿Es cierto que, antes de publicitar sus acusaciones, Carlos Kunkel la llevó a una reunión con los Kirchner en Olivos? ¿Hubo dos abogados penalistas, uno de ellos cercano a los Papaleo, que se le acercaron, en nombre de un empresario kirchnerista, para comprarle la empresa si la llegara a recuperar? No son preguntas aleatorias. La propia Lidia Papaleo comentó esos hechos como reales a un directivo de la compañía, el 26 de mayo pasado, en el Hotel Alvear. Nadie se decidió a creerle.

Tal vez sean detalles. Lo relevante es que, desde la jefatura del Estado, se convirtió la causa por los derechos humanos, que por definición es universal, en el ariete de una controversia ocasional. En adelante el Gobierno deberá demostrar que no está tergiversando la tragedia de los años 70 para sacar ventajas facciosas. Es una obligación incomodísima para un grupo político que se reivindica como progresista.

Comparados con este problema, los furcios, inexactitudes e incongruencias del discurso de la Presidenta parecen casi humoradas. Por ejemplo, sus referencias a Ianover, presente en el salón, como "el testaferro" de Graiver, a secas. El tono fue tan natural que lleva a pensar si en la casa de los Kirchner esa palabra no sonará más familiar que entre el común de la gente. El "prestigioso catedrático" Alberto González Arzac contribuyó con esta impresión al sostener la insólita teoría de que, cuando el testaferro es manifiesto, los bienes que figuran a su nombre deben ir a la sucesión del verdadero dueño. También la acusación contra los socios privados de Papel Prensa por la apropiación indebida de unas acciones que, en realidad, están en poder de Télam indica que la Presidenta leyó los expedientes a los apurones.

Esas acciones le sirven en estos días a Guillermo Moreno para intervenir en las asambleas societarias. El mismo protagonismo de Moreno y Beatriz Paglieri -la "Pagliari" de la Presidenta- se podría haber evitado. Salvo que se les quiera asignar a las imputaciones del Gobierno el nivel de credibilidad de que gozan las cifras del Indec.

También por culpa de esta embestida los Kirchner retrocedieron en el mapa del poder. Que la UIA haya publicado el rechazo a una invitación de la Presidencia de la Nación es un hecho al que resulta difícil encontrar un antecedente histórico. Tal vez ese desaire se habría evitado, o habría tenido una excusa menos, si los Moyano hubieran levantado el asedio contra Siderar. Pero esperaron a que la UIA decidiera no concurrir a la cita para, entonces sí, deponer su actitud.

Los vacíos de la Galería de los Héroes del Bicentenario hubo que cubrirlos con empleados del Congreso. La ausencia del empresariado fue casi completa: no estaban los de AEA ni los del campo, pero tampoco Cristóbal López, Enrique Eskenazi, Ernesto Gutiérrez, Rudi Ulloa, Lázaro Báez o Gerardo Luis Ferreira. ¿O a ellos no se los invita?

Hubo otras ausencias significativas. Entre ellas, la de la embajadora de los Estados Unidos, Vilma Martínez. Su inasistencia alimentó la versión de que Arturo Valenzuela le transmitió a Héctor Timerman alguna preocupación del gobierno de Barack Obama por la embestida contra Papel Prensa. Timerman se vio con Valenzuela durante el viaje relámpago que realizó a Washington el fin de semana pasado.

El oficialismo esta desconcertado. Los que militaron en la guerrilla de los años 70 deben tolerar que, de mencionar los ideales que alimentaron aquella infeliz experiencia, se pase ahora a hablar de sus secuestros, testaferros y extorsiones. ¿Habrá sido por este involuntario revisionismo que a la Presidenta le resultó tan dificultoso pronunciar en su discurso la palabra "montoneros"? Cuando esperaban ser convocados para una saga tal vez inconveniente, pero emocionante, los kirchneristas quedaron abrazados a una bandera exótica. Desde el salón de los héroes se los llamó a morir por la causa del autoabastecimiento del papel de diarios. Es un objetivo extraño. Ni siquiera los diarios derraman una lágrima por él.

Fuente: Extravíos presidenciales, por Carlos Pagni - La Nación - 26/08/10
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14/8/10

Historia Argentina: el último año de vida de Perón

REGRESO. Perón llega a la Argentina, en 1973


"Yo era uno de los nuestros"
En El escarmiento, Juan B. Yofre ilumina con información rigurosa un escenario casi secreto de la historia argentina:
el último año de vida de Perón.

- Contexto -
Luego de libros como "Nadie fue", "Fuimos todos" y "Volver a matar", donde Yofre recorre los hechos de la violencia política de los años 70, aquí se enfoca en los últimos doce meses de vida de Juan Domingo Perón.



"Ellos creían que yo era uno de ellos, pero yo no era uno de ellos, yo era uno de los nuestros". La frase es de Juan Perón en 1973: "ellos" vienen a ser las organizaciones armadas, más concretamente Montoneros; "nuestros" refiere a la ortodoxia peronista, los que no eran "yankis ni marxistas". Del otro lado, un reconocimiento: "Nosotros tenemos que autocriticarnos porque hemos hecho nuestro propio Perón más allá de lo que es realmente. Nos damos cuenta que Perón es Perón y no lo que nosotros queremos", dirá Mario Eduardo Firmenich, el jefe montonero, ese mismo año.

Podría afirmarse que ambas declaraciones encierran una tácita admisión, y hasta que se corresponden mutuamente. Sin embargo, en este dilema de identidad se esconde una de las claves de la hecatombe que se venía. Perón había proclamado "una revolución en paz", pero ya en el poder y en el marco de la ley no pudo desmontar la violencia terrorista desatada, un empeño en el que, prácticamente, se le fue la vida.

Después, el país se hundió en la tragedia. El escarmiento. La ofensiva de Perón contra Cámpora y los montoneros, 1973-1974, es, en palabras de su autor, Juan Bautista Yofre, la historia del castigo a aquellos que lo desafiaron "incluso con las armas" y a los que "hasta su último día intentó encarrilar dentro de la sociedad con la ley en la mano".

En línea con sus anteriores libros Fuimos todos, Nadie fue, Volver a matar, Yofre atrapa aquí la carga de significado de la casi bíblica frase de Juan Domingo Perón ("cuando los pueblos agotan su paciencia suelen hacer tronar el escarmiento") para iluminar con información rigurosa un escenario escamoteado, casi secreto de la historia argentina reciente: el último año de vida de Perón.

Acaso, más que por una postura ideológica determinada, la investigación de Yofre se diferencia de otras conocidas porque hace de la información un arma inexorable. Con archivos calificados, testimonios directos de políticos, militares y diplomáticos, y un estilo despojado y preciso, el autor atraviesa el período que va desde la llegada final de Perón el 20 de junio de 1973 hasta su muerte el 1 de julio de 1974, un tiempo de fractura social no sólo en nuestro país, sino en toda la región (golpe de Pinochet, Bordaberry en Uruguay, tensiones con Brasil).

Periodista, escritor, embajador y ex jefe de la SIDE, Yofre ha alumbrado ­sin duda­ un texto para la polémica. Pero no porque su contenido resulte contradictorio, ambiguo o paradojal, sino porque ha puesto la lupa en un Perón que muchos argentinos no han querido ver o aun hoy prefieren ignorar. Un Perón de los deseos imaginarios. "Un Perón inventado", escribe Yofre. "Un Perón que no nos gusta", dirá Firmenich.

El Perón que enfoca Yofre es el Perón del "dentro de la ley, todo", el del diálogo político y el abrazo con Balbín, el que construye el Frejuli y convoca a los comunistas, el que polemiza pacientemente con la guerrilla, pero también el que advierte "no sacar los pies del plato" y pide que "el reducido número de psicópatas sea exterminado uno a uno para bien de la República".

Para el autor, Montoneros, PRT-ERP y demás organizaciones, no entendieron que Perón había regresado, que sería presidente y que la lucha armada había terminado. O bien tenían otros propósitos. Queda claro que Perón, antes que todo, era un hombre del Ejército, o mejor, un avezado oficial de inteligencia: uno de sus orgullos fue recuperar las insignias de general. Así, tras la anulación de la Cámara Federal en lo Penal por Cámpora, se creó el Consejo Nacional de Seguridad, que puso a las Fuerzas Armadas al frente de la lucha antisubversiva, un riesgo que Perón conocía pero que decidió asumir tras el asesinato de Rucci (líder de la CGT, el 23 de septiembre de 1973). Hasta entonces pensó que alcanzaba con la policía.

Con información exhaustiva, Yofre da cuenta de una larga serie de atentados, secuestros y asesinatos, listas de ejecuciones, tiroteos y capturas que enfrentaron a grupos de derecha e izquierda, civiles y militares. También documenta que Perón creía que habían querido matarlo en Ezeiza en el marco de un complot (que Balbín confirma) y recrea las instrucciones que dio a Gustavo Caraballo para instrumentar la transferencia del poder a Balbín, y no a Isabel, tras su muerte, a lo que se opuso López Rega.

Están también los diálogos con los médicos que lo asistieron y la manipulación de José López Rega para ocultar su deceso. Su último acto de gobierno fue echar a Cámpora de la embajada en México, sin agradecerle los servicios prestados.

Yofre descubre a un Perón muy cambiado por su largo exilio, con mucha autocrítica y amplitud política, al punto de ofrecer la Casa Rosada a la oposición para sus encuentros, o arrepentirse públicamente de haber saqueado las cajas de jubilaciones en 1946 y 1955, actitudes precisamente inimaginables en el gobierno de estos días.

El trabajo de Yofre constituye un homenaje a Perón, su esfuerzo pacificador y su compromiso, y también a Ricardo Balbín, prudente consultor capaz de cerrar viejos enfrentamientos y abrir una era de convivencia, en una época lacerada por la intolerancia y el horror.

Fragmento...
(...) El ataque del PRT-ERP a la Guarnición Militar de Azul tuvo la triste virtud de poner sobre el tapete una larga lista de incongruencias. Sacó a la superficie la contradicción de una guerrilla que luchaba por la "liberación popular" mientras el presidente era nada menos que Juan Domingo Perón. Se derrumbaba a los ojos de todo el mundo aquel andamiaje intelectual-ideológico de la "violencia de abajo" como respuesta a la "violencia de arriba". (...)

(El escarmiento, Juan Bautista Yofre, página 249)


Ficha del libro:
El escarmiento - Juan Bautista Yofre - Sudamericana - 463 páginas - $75

8/8/10

Agosto 2010: La Presidenta se equivoca, por Serfio Berensztein


La Presidenta se equivoca
Serfio Berensztein

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No hay ninguna duda de que Eva Duarte de Perón fue una protagonista central de la historia contemporánea de la Argentina y que su figura y su legado tuvieron un fuerte impacto en el país y en el mundo. Sea cual fuese la opinión que puedan generar sus ideas, su militancia y su imagen, resulta incuestionable que Evita tuvo peculiares dotes de liderazgo y un profundo compromiso por la causa de los más pobres. Ahora bien, más allá de haber sido una de las impulsoras del concepto de justicia social, lo cierto es que no fue su creadora, contrariamente a lo sostenido por Cristina Fernández de Kirchner durante el acto de homenaje realizado el lunes pasado en la Casa Rosada.

En efecto, un rápido repaso histórico demuestra que la Europa del Siglo XIX acunó el desarrollo de dos importantes tradiciones intelectuales basadas en el concepto de justicia social: la doctrina social impulsada por la Iglesia Católica y el pensamiento socialdemócrata. De hecho, el término "justicia social" fue utilizado por primera vez en 1840 por el cura siciliano Luigi Taparelli d´Azeglio y luego fue el concepto central de La Constitutione Civile Secondo la Giustizia Sociale, un folleto de Antonio Rosmini-Serbati publicado en 1848. Más tarde, el Papa Pío XII (1931), en la Encíclica Quadragesimo Anno, definió a la justicia social como un límite al cual debía sujetarse la distribución de la riqueza en una sociedad, con vistas a reducir la diferencia entre los ricos y los más necesitados.

Los aportes al concepto de justicia social por parte de la tradición socialdemócrata fueron también muy trascendentes. Así, casi un siglo antes que Evita, John Stuart Mill sostenía en su libro El utilitarismo (1863) que "la sociedad debería tratar igualmente bien a los que se lo merecen, es decir, a los que se merecen absolutamente ser tratados igualmente. Este es el más elevado estándar abstracto de justicia social y distributiva; hacia el que todas las instituciones, y los esfuerzos de todos los ciudadanos virtuosos, deberían ser llevadas a convergir en el mayor grado posible´´. Esta definición fue rescatada más tarde por los socialistas fabianos ingleses (1889), para quienes la justicia social era el objetivo ético central para guiar la evolución de la sociedad hacia un sistema de democracia con un umbral alto de igualdad en términos distributivos y de oportunidades. A su vez, la influencia de la Sociedad Fabiana en la conformación del Partido Laborista y, paralelamente, en el pensamiento socialdemócrata alemán y francés, terminó de otorgarle al concepto de justicia social un status casi canónico en el pensamiento social contemporáneo. Por eso, no debe sorprender que en la Constitución de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en 1919 se estableciera que "la paz universal y permanente sólo puede basarse en la justicia social".

Evita tampoco fue la primera en impulsar el concepto de justicia social en la Argentina. Como ocurrió con las propuestas más modernas e innovadoras en materia de la legislación laboral, derechos civiles, cooperativismo e igualdad de género, quienes introdujeron ese debate en nuestro país fueron los líderes del Partido Socialista argentino, particularmente Alfredo Palacios, el primer legislador (1904) de esa ideología en toda América latina. Alejandro Korn y José Ingenieros, dos de sus colegas en el movimiento reformista de 1917 en la Universidad Nacional de La Plata -en la que se graduó la Presidenta- también contribuyeron a la tradición de la filosofía social moderna con agudas reflexiones en torno al concepto de justicia social.

Fue Juan Domingo Perón quien implementó, a partir de la Revolución de 1943 y sobre todo como presidente desde 1946, un conjunto de reformas laborales y sociales, previamente impulsadas, aunque sin éxito, por otros partidos y dirigentes políticos argentinos, particularmente de origen socialista. El papel de su segunda esposa como pilar central en la conformación del movimiento justicialista es incuestionable, tanto en el plano organizativo como sobre todo en el simbólico.

Sin embargo, personajes de una trascendencia histórica tan significativa como la de Eva Duarte de Perón no necesitan que se le adjudiquen contribuciones al pensamiento filosófico o al mundo de las ideas que efectivamente no tuvieron. Sus objetivos, sus logros y sus legados fueron lo suficientemente sustanciales como para sumarle méritos que, lejos de mejorar su imagen, la distorsionan.

El autor es profesor de la UTDT y director de Poliarquía

Fuente: La Presidenta se equivoca, por Serfio Berensztein - La Nación - 04/08/10
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Relacionada:

Los conservadores progresistas, por Claudio Chaves - Analitica.com - 07/08/10
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Actividades tanto Políticas como Culturales, organizadas y/o propuestas por Jóvenes por la Iguadad Córdoba.

El Video Político Argentino: "Nuestra Constitución Nacional"

Preambulo de la Constitución Argentina: con voz de Jorge Lanata, del programa televisivo "Día D" (Canal América), 2001.

¿Cuando demandamos como sociedad, que la clase politica la respete?..Deberiamos aprender que ningun hombre tiene que estar por encima de ella, esa es la base de la igualdad de todos ante la ley...Pensar que deciamos en el 2001, "que se vayan todos", y aparecio más de lo mismo, Néstor Kirchner (se sabia en Santa Cruz ya quien era, como se manejaba), y luego su mujer, Cristina Fernandez de Kirchner, y con ellos, volvieron muchos más, la impunidad, la corrupción...¿Cuando aprenderemos a elegir a "nuestros representantes"?, ¿Cuando aprenderemos a votar algo distinto?...Hagamonos cargo de nuestro errores y de nosotros depende defenderla hoy, hacerla cumplir.

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