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La enseñanza de la historia plantea problemas que trascienden el campo historiográfico. Con ella se asumen una explicación de las transformaciones que se producen en la sociedad, un proyecto nacional, una identidad, un pasado y también una exploración, comprometida o no, de las contradicciones de nuestra realidad concreta. Esto explica, sobre todo en los países del Tercer Mundo, donde hasta la conciencia histórica es objeto de presión, la necesidad de una discusión y una revisión permanentes. Discusión y revisión que no son un agregado ilícito, sino parte fundamental de la misma historia.
En este momento, en el cual la polémica se acentúa, en que comienza, bajo el signo de la rehabilitación de Rosas y los caudillos, el replanteo de la enseñanza de la historia en nuestro país Crisis ha realizado esta encuesta, a cargo de Inés Prat, con el objetivo de participar también de este proceso.
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Félix Luna
"¿Cómo prescindir de los mitos?"
La historia que se enseña en los colegios secundarios es, en líneas generales, demasiado simplista y elemental y demasiado atenida a los cánones académicos.
Esto no es una novedad: se ha dicho muchas veces y se ha caricaturizado el clásico "Grosso chico" como para agregar nada a ese juicio.
Lo que hay que establecer, si queremos adoptar una actitud positiva frente a este delicado problema de la enseñanza de la historia, es cómo cambiar ese enfoque. Es indiscutible el apego a los mitos históricos, a los viejos tabúes ideológicos, al esquematismo de esa historiografía fundada por Mitre y López y puesta en marcha por las escuelas normales, los institutos oficiales de historia y la Academia. Pero a nivel de escuela primaria o colegio secundario, ¿cómo se cambia? ¿cómo interiorizar al alumno de la complejidad de las causalidades históricas? ¿cómo prescindir de los mitos cuando desde la más tierna infancia esos mitos forman parte de la conciencia individual?
La historia que nos legaron, aquella que nuestros padres sabían como artículo de fe, ha sido ahora totalmente revisada, es cierto; pero en una época fue útil porque debía insertarse formativamente a un país aluvional, poblado de inmigrantes y sus hijos, que estaban desconectados de las tradiciones nacionales. Entonces, esa historia simplificada y mitificada sirvió como un elemento integrador de la futura conciencia nacional. Pero sus falacias y mentiras la hicieron vulnerable. Ahora, la versión liberal de nuestro pasado hace agua por todos lados. Pero, ¿con qué se la reemplaza? ¿Acaso el revisionismo no está tan anquilosado y agotado como la propia versión liberal? En la medida que el revisionismo fue uno de los subproductos del nacionalismo vernáculo, no pudo establecer una propuesta coherente y totalizadora sino, solamente, rectificaciones parciales. Utilísimas y definitivas, pero parciales.
Pienso que poco a poco se está llevando a los niveles educacionales una propuesta historiográfica más madura y veraz. Lo están haciendo los profesionales jóvenes, que no se sienten comprometidos con ninguna de las posiciones antagónicas que en su momento chocaron y que ahora entregan sus aportes más positivos a una síntesis que tiene que llegar fatalmente. Hay que observar ese proceso: posiblemente dará sus frutos mucho antes de lo esperado y en un futuro no muy lejano los argentinos no tendrán que aguardar a salir de la secundaria para aprender una historia que los satisfaga.
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*Félix Luna (1925). Nació en Buenos Aires. Abogado, poeta, periodista, director de la revista Todo es historia .
Obra: Los caudillos, De Perón a Lanusse , El 45 , Yrigoyen , etc.
Fuente: Crisis pregunta, "Crisis", diciembre de 1973.
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